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jueves, 5 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XI, XII y XIII

Viene de "Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos IX y X"

XI

Y mientras que tomo un trago
pa refrescar el garguero,
y mientras tiempla1 el muchacho
1560 y prepara su estrumento,
les contaré de que modo
tuvo lugar el encuentro.
Me acerqué á algunas Estancias
por saber algo de cierto,
1565 creyendo que en tantos años
esto se hubiera compuesto;
pero cuanto saqué en limpio fué,
que estabamos lomesmo.
Ansi me dejaba andar
1570 haciéndome el chancho rengo,
porque no me convenia
revolver el avispero;
pues no inorarán ustedes
que en cuentas con el gobierno
1575 tarde o temprano lo llaman
al pobre á hacer el arreglo.
Pero al fin tuve la suerte
de hallar un amigo viejo,
que de todo me informó,
1580 y por él supe al momento
que el Juez que me perseguia
hacia tiempo que era muerto:
por culpa suya he pasado
diez años de sufrimiento,
1585 y no son pocos diez años
para quien ya llega á viejo.
Y los he pasado ansi,
si en mi cuenta no me yerro:
tres años en la frontera,
1590 dos como gaucho matrero,
y cinco allá entre los Indios
hacen los diez que yo cuento.
Me dijo, á mas, ese amigo
que andubiera sin recelo,
1595 que todo estaba tranquilo,
que no perseguia el Gobierno,
que ya naides se acordaba
de la muerte del moreno,
aunque si yo lo maté
1600 mucha culpa tuvo el negro.
Estube un poco imprudente,
puede ser, yo lo confieso,
pero él me precipitó
porque me cortó primero;
1605 y á mas me cortó en la cara
que es un asunto muy sério.
Me asiguró el mesmo amigo
que ya no habia ni el recuerdo
de aquel que en la pulperia
1610 lo dejé mostrando el sebo.
Él, de engreido me buscó,
yo ninguna culpa tengo;
el mesmo vino á peliarme,
y tal vez me hubiera muerto
1615 si le tengo mas confianza
o soy un poco mas lerdo;
fué suya toda la culpa,
porqué ocasionó el suceso.
Que ya no hablaban tampoco,
1620 me lo dijo muy de cierto,
de cuando con la partida
llegué á tener el encuentro.
Esa vez me defendí
como estaba en mi derecho,
1625 porque fueron á prenderme
de noche y en campo abierto.
Se me acercaron con armas,
y sin darme voz de preso,
me amenazaron á gritos,
1630 de un modo que daba miedo,
que iban arreglar mis cuentas,
tratándome de matrero,
y no era el gefe el que hablaba
sinó un cualquiera de entre ellos.
1635 Y ese, me parece á mi,
no es modo de hacer arreglos,
ni con el que es inocente,
ni con el culpable menos.
Con semejantes noticias
1640 yo me puse muy contento
y me presenté ande quiera
como otros pueden hacerlo.
De mis hijos he encontrado
solo á dos hasta el momento;
1645 y de ese encuentro feliz
le doy las gracias al cielo.
A todos cuantos hablaba
les preguntaba por ellos,
mas no me daba ninguno
1650 razon de su paradero.
Casualmente el otro dia
llegó á mi conocimiento,
de una carrera muy grande
entre varios estancieros;
1655 y fui como uno de tantos,
aunque no llevaba un medio.
No faltaban, ya se entiende,
en aquel gauchage inmenso
muchos que ya conocian
1660 la historia de Martin Fierro;
y allí estaban los muchachos
cuidando unos paregeros1.
Cuando me oyeron nombrar
se vinieron al momento,
1665 diciéndome quienes eran,
aunque no me conocieron,
porque venia muy aindiao2
y me encontraban muy viejo.
La juncion de los abrazos,
1670 de los llantos y los besos
se deja pa las mugeres,
como que entienden el juego;
pero el hombre que compriende
que todos hacen lo mesmo,
1675 en público canta y baila,
abraza y llora en secreto.
Lo único que me han contado
es que mi muger há muerto;
que en procuras de un muchacho
1680 se fué la infeliz al pueblo,
donde infinitas miserias
habrá sufrido por cierto;
que, por fin, á un hospital
fué á parar medio muriendo,
1685 y en ese abismo de males
falleció al muy poco tiempo.
Les juro, que de esa pérdida
jamas he de hallar consuelo;
muchas lágrimas me cuesta
1690 dende que supe el suceso;
mas dejemos cosas tristes,
aunque alegrias no tengo;
me parece que el muchacho
ha templao y está dispuesto
1695 vamos á ver que tal lo hace,
y juzgar su desempeño.
Ustedes no los conocen,
yo tengo confianza en ellos,
no porque lleven mi sangre,
1700 eso fuera lo de menos
sinó porque dende chicos
han vivido padeciendo;
los dos son aficionados,
les gusta jugar con fuego,
1705 vamos á verlos correr:
son cojos... hijos de rengo.

XII
El hijo mayor de Martin Fierro
LA PENITENCIARIA

Aunque el gajo se parece
al arbol de donde sale,
solia decirlo mi madre
1710 y en su razon estoy fijo:
“jamas puede hablar el hijo
con la autoridá del padre”.

Recordarán que quedamos
sin tener donde abrigarnos;
1715 ni ramada ande ganarnos,
ni rincon ande meternos,
ni camisa que ponernos,
ni poncho con que taparnos.

Dichoso aquel que no sabe
1720 lo que es vivir sin amparo;
yo con verdá les declaro,
aunque es por demas sabido:
dende chiquito he vivido
en el mayor desamparo.

1725 No le merman el rigor
los mesmos que lo socorren;
tal vez porque no se borren
los decretos del destino,
de todas partes lo corren
1730 como ternero dañino.

Y vive como los vichos
buscando alguna rendija;
el güerfano es sabandija
que no encuentra compasion,
1735 y el que anda sin direcion
es guitarra sin clavija.

Sentiré que cuanto digo
a algun oyente le cuadre;
ni casa tenia, ni madre,
1740 ni parentela, ni hermanos;
y todos limpian sus manos
en el que vive sin padre.

Lo cruza este de un lazazo,
lo abomba aquel de un moquete,
1745 otro le busca el cachete,
y entre tanto soportar,
suele á veces no encontrar
ni quien le arroje un soquete.

Si lo recogen lo tratan
1750 con la mayor rigidez;
piensan que es mucho tal vez,
cuando ya muestra el pellejo,
si le dan un trapo viejo
pa cubrir su desnudez.

1755 Me crié, pues, como les digo,
desnudo á veces y hambriento;
me ganaba mi sustento
y ansi los años pasaban;
al ser hombre me esperaban
1760 otra clase de tormentos.

Pido á todos que no olviden
lo que les voy á decir;
en la escuela del sufrir
he tomado mis leciones;
1765 y hecho muchas refleciones
dende que empecé á vivir.

Si alguna falta cometo
la motiva mi inorancia;
no vengo con arrogancia
1770 y les diré en conclusion
que trabajando de pion
me encontraba en una estancia.

El que manda siempre puede
hacerle al pobre un calvario;
1775 a un vecino propietario
un boyero le mataron,
y aunque á mí me lo achacaron
salió cierto en el sumario.

Piensen los hombres honrados
1780 en la vergüenza y la pena
de que tendria la alma llena
al verme ya tan temprano
igual á los que sus manos
Con el crímen envenenan.

1785 Declararon otros dos
sobre el caso del dijunto;
mas no se aclaró el asunto,
y el Juez, por darlas de listo,
“amarrados como un Cristo,
1790 nos dijo, irán todos juntos”.

“A la Justicia Ordinaria
voy á mandar á los tres.”
Tenía razón aquel Juez,
y cuantos ansi amenacen:
1795 ordinaria..., es como la hacen,
lo he conocido despues.

Nos remitió, como digo,
a esa Justicia Ordinaria,
y fuimos con la sumaria
1800 a esa cárcel de malevos
que por un bautismo nuevo
le llaman Penitenciaria.

El porque tiene ese nombre
naides me lo dijo á mí
1805 mas yo me lo esplico ansi:
le dirán Penitenciaria
por la penitencia diaria
que se sufre estando allí.

Criollo que cai en desgracia
1810 tiene que sufrir no poco;
naides lo ampara tampoco
si no cuenta con recursos;
el gringo es de mas discurso:
cuando mata se hace el loco.

1815 No sé el tiempo que corrió
en aquella sepoltura;
si de ajuera no lo apuran,
el asunto vá con pausa;
tienen la presa sigura
1820 y dejan dormir la causa.

Inora el preso á que lado
se inclinará la balanza;
pero es tanta la tardanza
que yo les digo por mi:
1825 el hombre que dentre allí
deje afuera la esperanza.

Sin perfecionar las leyes
perfecionan el rigor;
sospecho que el inventor
1830 habrá sido algun maldito:
por grande que sea un delito
aquella pena es mayor.

Eso es para quebrantar
el corazon mas altivo.
1835 Los llaveros son pasivos,
pero mas secos y duros
tal vez que los mesmos muros
en que uno gime cautivo.

No es en grillos ni en cadenas
1840 en lo que uste penará
sino en una soledá
y un silencio tan projundo
que parece que en el mundo
es el único que está.

1845 El mas altivo varon
y de cormillo gastao,
allí se veria agoviao
y su corazon marchito,
al encontrarse encerrao
1850 a solas con su delito.

En esa cárcel no hay toros,
allí todos son corderos;
no puede el mas altanero,
al verse entre aquellas rejas,
1855 sinó amujar las orejas
y sufrir callao su encierro.

Y digo á cuantos inoran
el rigor de aquellas penas,
yo que sufrí las cadenas
1860 del destino y su inclemencia:
que aprovechen la esperencia,
del mal en cabeza agena.

¡Ay madres, las que dirigen
al hijo de sus entrañas!
1865 no piensen que las engaña,
ni que les habla un falsario;
lo que es el ser presidario
no lo sabe la campaña.

Hijas, esposas, hermanas,
1870 cuantas quieren á un varon,
diganles que esa prision
es un infierno temido,
donde no se oye mas ruido
que el latir del corazon.

1875 Allá el dia no tiene sol,
la noche no tiene estrellas;
sin que le valgan querellas
encerrao lo purifican;
y sus lágrimas salpican
1880 en las paredes aquellas.

En soledá tan terrible
de su pecho oye el latido:
lo sé, porqué lo he sufrido
y creameló el aulitorio:
1885 tal vez en el purgatorio
las almas hagan mas ruido.

Cuenta esas horas eternas
para mas atormentarse;
su lágrima al redamarse
1890 calcula en sus afliciones,
contando sus pulsaciones,
lo que dilata en secarse.

Allí se amansa el mas bravo;
allí se duebla el mas juerte;
1895 el silencio es de tal suerte,
que, cuando llegue á venir,
hasta se le han de sentir
las pisadas á la muerte.

Adentro mesmo del hombre
1900 se hace una revolucion:
metido en esa prision,
de tanto no mirar nada,
le nace y queda gravada
la idea de la perfecion.

1905 En mi madre, en mis hermanos,
en todo pensaba yo;
al hombre que allí dentró
de memoria mas ingrata,
fielmente se le retrata
1910 todo cuanto ajuera vió.

Aquel que ha vivido libre
de cruzar por donde quiera
se aflige y se desespera
de encontrarse allí cautivo;
1915 es un tormento muy vivo
que abate la alma mas fiera.

En esa estrecha prision
sin poderme conformar,
no cesaba de esclamar:
1920 ¡Qué diera yo por tener
un caballo que montar
y una pampa en que correr!

En un lamento costante
se encuentra siempre embreteao;
1925 el castigo han inventao
de encerrarlo en las tinieblas,
y allí está como amarrao
a un fierro que no se duebla.

No hay un pensamiento triste
1930 que al preso no lo atormente;
bajo un dolor permanente
agacha al fin la cabeza,
porque siempre es la tristeza
hermana de un mal presente.

1935 Vierten lágrimas sus ojos
pero su pena no alivia,
en esa costante lidia
sin un momento de calma,
contempla, con los del alma,
1940 felicidades que envidia.

Ningun consuelo penetra
detras de aquellas murallas;
el varon de mas agallas,
aunque mas duro que un perro,
1945 metido en aquel infierno
sufre, gime, llora y calla.

De furor el corazon
se le quiere reventar,
pero no hay sinó aguantar
1950 aunque sosiego no alcance;
¡dichoso en tan duro trance
aquel que sabe rezar!

Dirige á Dios su plegaria
el que sabe una oracion;
1955 en esa tribulacion
gime olvidado del mundo,
y el dolor es mas projundo
cuando no halla compasion.

En tan crueles pesadumbres,
1960 en tan duro padecer,
empezaba á encanecer
despues de muy pocos meses;
allí lamenté mil veces
no haber aprendido á ler.

1965 Viene primero el furor,
después la melancolia;
en mi angustia no tenia
otro alivio ni consuelo
sinó regar aquel suelo
1970 con lágrimas noche y dia.

A visitar otros presos
sus familias solian ir;
naides me visitó á mí
mientras estube encerrado;
1975 ¡quién iba á costiarse allí
a ver un desamparado!

¡Bendito sea el carcelero
que tiene buen corazon!
yo sé que esta bendicion
1980 pocos pueden alcanzarla,
pues si tienen compasion
su deber es ocultarla.

Jamas mi lengua podrá
espresar cuanto he sufrido;
1985 en ese encierro metido,
llaves, paredes, cerrojos,
se graban tanto en los ojos,
que uno los vé hasta dormido.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

El mate no se permite,
1990 no le permiten hablar,
no le permiten cantar
para aliviar su dolor,
y hasta el terrible rigor
de no dejarlo fumar.

1995 La justicia muy severa
suele rayar en crueldá;
sufre el pobre que allí está
calenturas y delirios,
pues no esiste pior martirio
2000 que esa eterna soledá.

Conversamos con las rejas
por solo el gusto de hablar;
pero nos mandan callar
y es preciso conformarnos,
2005 pues no se debe irritar
aquien puede castigarnos.

Sin poder decir palabra
sufre en silencio sus males,
y uno en condiciones tales,
2010 se convierte en animal,
privao del don principal
que Dios hizo á los mortales.

Yo no alcanzo á comprender
porque motivo será,
2015 que el preso privado está
de los dones mas preciosos
que el justo Dios bondadoso
otorgó á la humanidá.

Pues que de todos los bienes,
2020 en mi inorancia lo infiero
que le dió al hombre altanero
su Divina Magestá,
la palabra es el primero,
el segundo es la amistá.

2025 Y es muy severa la ley
que por un crímen ó un vicio,
somete al hombre á un suplicio
el mas tremendo y atroz,
privado de un beneficio
2030 que ha recebido de Dios.

La soledá causa espanto,
el silencio causa horror;
ese contínuo terror
es el tormento mas duro,
2035 y en un presidio siguro
está de mas tal rigor.

Inora uno si de allí
saldrá pa la sepoltura:
el que se halla en desventura
2040 busca á su lado otro ser:
pues siempre es bueno tener
compañeros de amargura.

Otro mas sabio podrá
encontrar razon mejor,
2045 yo no soy rebuscador,
y esta me sirve de luz:
se los dieron al Señor
al clavarlo en una cruz.

Y en las projundas tiniéblas
2050 en que mi razon esiste,
mi corazon se resiste
a ese tormento sin nombre,
pues el hombre alegra al hombre,
y el hablar consuela al triste.

. . . . . . . . . . . . . . . . .

2055 Grabenlo como en la piedra
cuanto he dicho en este canto;
y aunque yo he sufrido tanto
debo confesarlo aquí:
el hombre que manda allí,
2060 es poco menos que un santo.

Y son buenos los demas,
a su ejemplo se manejan;
pero por eso no dejan
las cosas de ser tremendas;
2065 piensen todos y compriendan
el sentido de mis quejas.

Y guarden en su memoria
con toda puntualidá,
lo que con tal claridá
2070 les acabo de decir;
mucho tendrán que sufrir
si nó cren en mi verdá.

Y si atienden mis palabras
no habrá calabozos llenos;
2075 manejense como buenos;
no olviden esto jamas:
aquí no hay razon de mas,
mas bien las puse de menos.

Y con esto me despido;
2080 todos han de perdonar;
ninguno debe olvidar
la historia de un desgraciado:
quien ha vivido encerrado
poco tiene que contar.



XIII
El hijo segundo de Martin Fierro

2085 Lo que les voy á decir
ninguno lo ponga en duda,
y aunque la cosa es peluda,
haré la resolucion;
es ladino el corazon
2090 pero la lengua no ayuda.

El rigor de las desdichas
hemos soportao diez años,
pelegrinando entre estraños
sin tener donde vivir,
2095 y obligados á sufrir
una máquina de daños.

El que vive de ese modo
de todos es tributario;
falta el cabeza primario,
2100 y los hijos que él sustenta
se dispersan como cuentas
cuando se corta el rosario.

Yo andube ansi como todos,
hasta que al fin de sus dias
2105 supo mi suerte una tia
y me recogió á su lado;
allí viví sosegado
y de nada carecia.

No tenia cuidao alguno
2110 ni que trabajar tampoco;
y como muchacho loco
lo pasaba de holgazan;
con razon dice el refran
que lo bueno dura poco.

2115 En mí todo su cuidado
y su cariño ponia;
como á un hijo me queria
con cariño verdadero
y me nombró de heredero
2120 de los bienes que tenia.

El juez vino sin tardanza
cuanto falleció la vieja.
“De los bienes que te deja”,
me dijo, “yo he de cuidar
2125 ”es un rodeo regular
”y dos majadas de ovejas”.

Era hombre de mucha labia,
con mas leyes que un dotor.
Me dijo: “vos sos menor,
2130 ”y por los años que tienes,
”no podes manejar bienes,
”voy á nombrarte un tutor”.

Tomo un recuento de todo
porque entendia su papel,
2135 y despues que aquel pastel
lo tuvo bien amasao,
puso al frente un encargao
y á mi me llevó con él.

Muy pronto estubo mi poncho
2140 lo mesmo que cernidor;
el chiripá estaba pior,
y aunque para el frio soy guapo,
ya no me quedaba un trapo
ni pa el frio, ni pa el calor.

2145 En tan triste desabrigo,
tras de un mes iba otro mes;
guardaba silencio el Juez,
la miseria me invadia;
me acordaba de mi tia,
2150 al verme en tal desnudés.

No se decir con fijeza
el tiempo que puse allí;
y despues de andar ansi,
como moro sin señor,
2155 pasé á poder del tutor
que debia cuidar de mí.


Continua en:

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XIV, XV y XVI

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