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sábado, 14 de febrero de 2015

La princesa y el guisante - Hans Christian Andersen

Para continuar con el "Mes Andersen", hoy elegí "La princesa y el guisante". Este es otro de aquellos cuentos que se han hecho tan populares que se pierde el autor. De hecho, generalmente se lo atribuye a los hermanos Grimm. 
Al leerlo, descubrirán la típica fórmula en los cuentos de hadas. Podemos, entonces, hacer dos cosas. Una, despotricar contra el modelo de mujer que creemos estos cuentos fomentan, el machismo, el patriarcado etc. etc. Dos, aceptarlo como es, una historia simple a la cual se le pueden dar otras interpretaciones menos lineales si nos enfocamos en arquetipos...
Pensemos, ¿qué es ser una princesa verdadera si el cuento dice que princesas hay muchas? ¿Por qué se detecta con un guisante oculto bajo un montón de colchones que deberían amortiguar el dolor? En lo particular, me oriento más a ver los colchones y edredones como capas que ocultan nuestra esencia verdadera :D Pero que cada quien interprete lo que quiera.
¡Feliz San Valentín!



La Princesa y el Guisante

Una vez era un príncipe que quería casarse con una princesa, pero con una princesa de sangre real. Viajó por todo el mundo en busca de una, pero todas las que encontraba tenían algún defecto. Las princesas abundaban, pero se hacía difícil descubrir si verdaderamente eran de sangre real. El príncipe volvió a su patria muy desilusionado y estaba triste y pesaroso, porque deseaba con toda su alma una real princesa.

Cierta noche se desencadenó una horrible tempestad; llovía a torrentes y el cielo parecía un infierno de truenos y rayos. ¡Era espantoso! De pronto llamaron a la puerta de la ciudad y el mismo Rey fue a ver quién era.

Con gran asombro adivinó que tenía delante a una princesa. Pero ¡Dios mío! ¡En qué lastimosos estado venía con aquel tiempo horroroso! Toda empapada de lluvia, chorreaba por cabellos y vestidos; llenaba el agua su calzado y se le vertía por los talones. Más parecía una fuente que una princesa, aunque ella afirmaba que lo era.

"Pronto lo sabremos", pensó la Reina. Y, sin decir nada a nadie, fue al dormitorio, quitó todos los colchones y ropa de cama y dejó en el fondo de ésta un guisante, encima del cual colocó veinte colchones y, sobre ellos, veinte edredones.

La princesa tuvo que dormir toda la noche en esta cama monumental. Al día siguiente le preguntaron cómo había dormido.

- ¡Oh! ¡Pésimamente! - contestó -. En toda la noche no he podido cerrar apenas los ojos. Dios sabe lo que habría en la cama. Sentía una cosa dura que me ha llenado de cardenales todo el cuerpo. ¡Qué horrible!

Entonces conocieron que era una princesa de sangre real, porque, entre veinte colchones y veinte edredones, había sentido la molestia del guisante.

Sólo una princesa de sangre real puede ser tan sensitiva.

El Príncipe la tomó por esposa sabiendo a ciencia cierta que se casaba con una verdadera princesa, y el guisante se llevó al Museo de Arte donde aún estará si no lo han quitado.

¡Y he aquí un verdadero cuento!

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