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sábado, 7 de diciembre de 2013

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XIV, XV y XVI

Viene de "Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XI, XII y XIII"


XIV

Me llevó consigo un viejo
que pronto mostró la hilacha:
dejaba ver por la facha
2160 que era medio cimarron;
muy renegao, muy ladrón,
y le llamaban Viscacha.

Lo que el Juez iba buscando
sospecho y no me equivoco;
2165 pero este punto no toco
ni su secreto averiguo:
mi tutor era un antiguo
de los que ya quedan pocos.

Viejo lleno de camándulas,
2170 con un empaque á lo toro;
andaba siempre en un moro,
metido en no sé en que enriedos,
con las patas como loro,
de estribar5 entre los dedos.

2175 Andaba rodiao de perros,
que eran todo su placer;
jamas dejó de tener
menos de media docena;
mataba vacas agenas
2180 para darles de comer.

Carniabamos noche á noche
alguna res en el pago;
y, dejando allí el resago,
alzaba en ancas el cuero,
2185 que se lo vendía á un pulpero
por yerba, tabaco y trago.

¡Ah! ¡viejo mas comerciante
en mi vida no he encontrao!
con ese cuero robao
2190 el arreglaba el pastel,
y allí entre el pulpero y él
se estendia el certificao.

La echaba de comedido;
en las trasquilas, lo viera,
2195 se ponia como una fiera
si cortaban una oveja;
pero de alzarse no deja
un vellón ó unas tijeras.

Una vez me dio una soba
2200 que me hizo pedir socorro,
porque lastimé un cachorro
en el rancho de unas vascas;
y al irse se alzó unas guascas;
para eso era como zorro.

2205 ¡Ay juna! dije entre mí;
me has dao esta pesadumbre:
ya veras cuanto vislumbre
una ocasion medio güena;
te he de quitar la costumbre
2210 de cerdiar6 yeguas agenas.

Porque maté una viscacha
otra vez me reprendió;
se lo vine á contar yó;
y no bien se lo hube dicho,
2115 “ni me nuémbres ese bicho”
me dijo, y se me enojó.

Al verlo tan irritao
hallé prudente callar;
éste me vá á castigar
2220 dige entre mí, si se agravia:
ya ví que les tenía rabia
y no las volví á nombrar.

Una tarde halló una punta
de yeguas medio vichocas;
2225 después que voltió unas pocas
las cerdiaba con empeño;
yo vide venir al dueño
pero me callé la boca.

El hombre venia jurioso
2230 y nos cayó como un rayo;
se descolgó del caballo
revoliando el arriador,
y lo cruzó de un lazaso
Ay no mas á mi tutor.

2235 No atinaba don Viscacha
a que lado disparar,
hasta que logró montar,
y de miedo del chicote,
se lo apretó hasta el cogote,
2240 sin pararse á contestar.

Ustedes crerán tal vez
que el viejo se curaria:
no, señores, lo que hacia
con mas cuidao, dende entonces,
2245 era maniarlas de dia
para cerdiar á la noche.

Ese fué el hombre que estubo
encargao de mi destino;
siempre anduvo en mal camino,
2250 y todo aquel vecindario
decia que era un perdulario,
insufrible de dañino.

Cuando el Juez me lo nombró
al dármelo de tutor,
2255 me dijo que era un señor
el que me debia cuidar,
enseñarme á trabajar
y darme la educacion.

Pero qué habia de aprender
2260 al lao de ese viejo paco
que vivía como el chuncaco
en los bañaos, como el tero;
un haragán, un ratero,
y mas chillón que un barraco.

2265 Tampoco tenia mas bienes
ni propiedá conocida
que una carreta podrida
y las paredes sin techo
de un rancho medio desecho,
2270 que le servia de guarida.

Despues de las trasnochadas
allí venia á descansar;
yo desiaba aviriguar
lo que tubiera escondido,
2275 pero nunca habia podido
pues no me dejaba entrar.

Yo tenia unas jergas viejas
que habian sido mas peludas;
y con mis carnes desnudas,
2280 el viejo, que era una fiera,
me echaba á dormir ajuera
con unas heladas crudas.

Cuando mozo fue casao
aunque yo lo desconfio;
2285 y decia un amigo mio
que, de arrebatao y malo,
mató á su muger de un palo
porque le dió un mate frio.

Y viudo por tal motivo
2290 nunca se volvió á casar;
no era facil encontrar
ninguna que lo quisiera:
todas temerian llevar
la suerte de la primera.

2295 Soñaba siempre con ella,
sin duda por su delito,
y decía el viejo maldito
el tiempo que estubo enfermo,
que ella dende el mesmo infierno
2300 lo estaba llamando á gritos.


XV

Siempre andaba retobao,
con ninguno solia hablar;
se divertia en escarbar
y hacer marcas con el dedo;
2305 y cuanto se ponia en pedo
me empezaba aconsejar.

Me parece que lo veo
con su poncho calamaco;
despues de echar un buen taco
2310 ansi principiaba á hablar:
“Jamas llegués á parar
a donde veas perros flacos”.

“El primer cuidao del hombre
es defender el pellejo;
2315 lleváte de mi consejo,
fijáte bien en lo que hablo:
el diablo sabe por diablo
pero mas sabe por viejo”.

“Hacete amigo del Juez,
2320 no le dés de que quejarse;
y cuando quiera enojarse
vos te debes encojer,
pues siempre es güeno tener
palenque ande ir á rascarse”.

2325 “Nunca le llevés la contra
porque él manda la gavilla;
alli sentao en su silla,
ningún güey le sale bravo:
a uno le dá con el clavo
2330 y á otro con la cantramilla”.

“El hombre, hasta el mas soberbio,
con mas espinas que un tala,
aflueja1 andando en la mala
y es blando como manteca:
2335 hasta la hacienda baguala
cái al jagüel en la seca”.

“No andés cambiando de cueva,
hace las que hace el raton:
conserváte en el rincon
2340 en que empesó tu esistencia:
vaca que cambia querencia
se atrasa en la parición”.

Y menudiando los tragos
aquel viejo como cerro,
2345 “No olvides, me decia, Fierro,
que el hombre no debe crer,
en lágrimas de muger
ni en la renguera del perro”.

“No te debés afligir
2350 aunque el mundo se desplome:
lo que mas precisa el hombre tener,
segun yo discurro,
es la memoria del burro
que nunca olvida ande come.”

2355 “Dejá que caliente el horno
el dueño del amasijo;
lo que es yo, nunca me aflijo
y á todito me hago el sordo:
el cerdo vive tan gordo
2360 y se come hasta los hijos.”

“El zorro que ya es corrido,
dende lejos la olfatea;
no se apure quien desea
hacer lo que le aproveche:
2365 la vaca que mas rumea
es la que dá mejor leche”.

“El que gana su comida,
bueno es que en silencio coma:
ansina, vos ni por broma
2370 querás llamar la atencion:
nunca escapa el cimarron
si dispara por la loma”.

“Yo voy donde me conviene
y jamas me descarrío;
2375 llevate el ejemplo mio;
y llenarás la barriga;
aprendé de las hormigas:
no van á un noque vacio”.

“A naides tengás envidia;
2380 es muy triste el envidiar;
cuando veás á otro ganar
a estorbarlo no te metas:
cada lechon en su teta
es el modo de mamar”.

2385 “Ansi se alimentan muchos
mientras los pobres lo pagan;
como el cordero hay quien lo haga
en la puntita, no niego;
pero otros, como el borrego,
2390 toda entera se la tragan”.

“Si buscas vivir tranquilo
dedicate á solteriar;
mas si te queres casar,
con esta alvertencia sea:
2395 que es muy difícil guardar
prenda que otros codicean".

“Es un vicho la muger
que yo aqui no lo destapo:
siempre quiere al hombre guapo,
2400 mas fijáte en la eleción;
porque tiene el corazon
como barriga de sapo”.

Y gangoso con la tranca,
me solia decir: “potrillo,
2405 recién te apunta el cormillo,
mas te lo dice un toruno:
no dejés que hombre ninguno
te gane el lao del cuchillo”.

“Las armas son necesarias
pero naides sabe cuando;
ansina, si andás pasiando,
y de noche sobre todo,
debes llevarlo de modo
que al salir, salga cortando”.

2415 “Los que no saben guardar
son pobres aunque trabajen;
nunca, por mas que se atajen,
se librarán del cimbrón:
al que nace barrigón
2420 es al ñudo que lo fagen”.

“Donde los vientos me llevan
allí estoy como en mi centro;
cuando una tristeza encuentro
tomo un trago pa alegrarme:
2425 a mi me gusta mojarme
por ajuera y por adentro”.

“Vos sos pollo, y te convienen
toditas estas razones;
mis consejos y leciones
2430 no echés nunca en el olvido:
en las riñas he aprendido
a no peliar sin puyones”.

Con estos consejos y otros,
que yo en mi memoria encierro
2435 y que aquí no desentierro,
educándome seguia,
hasta que al fin se dormia,
mesturao entre los perros.


XVI

Cuando el viejo cayó enfermo,
2440 viendo yo que se empioraba,
y que esperanza no daba
de mejorarse siquiera,
le truje una culandrera
a ver si lo mejoraba.

2445 En cuanto lo vió me dijo:
“Este no aguanta el sogazo;
”muy poco le doy de plazo;
”nos va á dar un espetáculo,
”porque debajo del brazo
2450 ”le ha salido un tabernáculo".

Dice el refran que en la tropa
nunca falta un güey corneta,
uno que estaba en la puerta
le pegó el grito ay no mas;
2455 “Tabernáculo..., qué bruto;
”un tubérculo dirás”.

Al verse ansi interrumpido
al punto dijo el cantor:
“No me parece ocasion
2460 “de meterse los de ajuera,
“tabernáculo, señor,
“le decía la culandrera”.

El de ajuera repitió
dándole otro chaguarazo:
2465 “Allá va un nuevo bolazo,
”copo y se la gano en puerta:
”a las mugeres que curan
”se les llama curanderas”.

No es bueno, dijo el cantor,
2470 muchas manos en un plato,
y diré al que ese barato
ha tomao de entremetido,
que no creia haber venido
a hablar entre liberatos.

2475 Y para seguir contando
la historia de mi tutor
le pediré á ese dotor
que en mi inorancia me deje,
pues siempre encuentra el que teje
2480 otro mejor tejedor.

Seguia enfermo como digo,
cada vez mas emperrao;
yo estaba ya acobardao
y lo espiaba dende lejos:
2485 era la boca del viejo
la boca de un condenao.

Alla pasamos los dos
noches terribles de invierno:
él maldecía al Padre Eterno
2490 como á los santos benditos,
pidiéndole al diablo á gritos
que lo llevara al infierno.

Debe ser grande la culpa
que á tal punto mortifica;
2495 cuando via una reliquia
se ponia como azogado,
como si á un endemoniado
le echáran agua bendita.

Nunca me le puse á tiro
2500 pues era de mala entraña;
y viendo heregia tamaña,
si alguna cosa le daba,
de lejos se la alcanzaba
en la punta de una caña.

2505 Será mejor, decia ya,
que abandonado lo deje,
que blafeme y que se queje
y que siga de esta suerte,
hasta que venga la muerte
2510 y cargue con este hereje.

Cuando ya no pudo hablar
le até en la mano un cencerro,
y al ver cercano su entierro,
arañando las paredes
2515 espiró allí entre los perros
y este servidor de ustedes.

Continua en

Martín Fierro - La vuelta de Martín Fierro - José Hernández - capítulos XVII, XVIII y XIX

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